Un
encuentro con la añoranza de muestras expositivas impecables y con obras
controversiales, que invitan a reconocernos en nuestros entornos. Como la
denomina María Elena Ramos, su curadora “Contaminados”, constituida por producciones
artísticas con modos distintos de traducir la realidad actual.
La experiencia a mi entender se traduce en lo que pone
de manifiesto en la introducción de Argullol, en el libro de Gadamer (1991) “la
Actualidad de lo bello”, una vivencia estética fundamentada en la trilogía
Juego- Símbolo –Fiesta. Donde el Juego,
sucede en la aproximación a la obra entendida como proceso de construcción y
reconstrucción continua, de las ideas, imágenes, contextos, etc. El Símbolo, en
la capacidad de alimentar lo universal en lo particular y la Fiesta, en la experiencia
estética en un "tiempo de celebración" que nos despoja del tiempo
(lineal o acumulativo) y nos sugiere lo eterno.(1)
La
muestra invita a conectarse con la realidad compleja, caótica, estados de
confusión que genera el arte en la actualidad y se contrapone a sus formas
tradicionales de representación. Donde los espectadores se vinculan con el lenguajes propio que identifican ya a algunos artistas por la trayectoria
que poseen. Esa trayectoria conectada con las intenciones que logra traducir
María Elena Ramos: “Ellos representan generaciones diversas: maestros
reconocidos, artistas con trayectoria, creadores jóvenes con obra ya divulgada
en Venezuela y el exterior, e incluso muy noveles”. Con sus obras reflejan
elementos esenciales de la realidad y como refiere Ramos, “Y es que la
naturaleza liberal del territorio del arte sabe transfigurar los males en forma
de belleza, hace de la ambigüedad una de las riquezas más ciertas de la
percepción estética, e incorpora la contaminación a la plenitud de una obra
nueva”.(2)
Como
espectador no dejo de centrar mi emoción en aquella obra que concentró mi campo
perceptivo en un estado de reflexión profunda entre mi vivencia estética y lo
que simultáneamente ocurría en los otros espectadores que me circundaban. Los
rostros de agrado y desagrado ante una realidad que pone en entredicho la “belleza”
como concepto que implicaban las “Bellas Artes” y que como Gadamer (1991)reflexiona
ante una mirada amplia, que simplifica a la palabra “Arte”, toda experiencia de
orden artístico en la actualidad.
Esa
realidad que se mira con horror, porque además, “no implica la cotidianidad de
todo aquel que tiene la mirada sensible ante una obra de arte”, y que comprende
las posibilidades del arte de estos tiempos, pero que mira con asombro y
estupor lo que el arte tiene que decir. Mariana
Rondón, con su obra Súper bloque, propicia un acercamiento a la
cotidianidad, (en la participación activa del espectador) que para muchos
representa una ventana abierta a una “horrenda realidad”, o la vida de unos
muchos “desafortunados” o “pobrecitos”; pero que sin embargo reflejan la
tranquilidad de vivir la vida como les tocó, como la niña que patina en el balcón
de un bloque del 23 de enero, o el sr que se asoma como cualquiera en una
ciudad a ver “su paisaje”. El encuentro de aquel espectador que busca hasta con
“morbo” una realidad para él desconocida y con gran curiosidad identifica
referentes que no le pertenecen pero que también existen. Fue interesante
escuchar las diversas reacciones, sobre todo de repudio hacia “esa” realidad,
que la artista Rondón reflejó, de una manera magistral y conjugando cada
elemento en un producto artístico impecable.
(1)Gadamer, G H (1991) La Actualidad de lo bello. Barcelona:
España, Editorial Paidós
(2)Contaminados, 2 de septiembre de 2012.
Curaduría Y texto central María Elena Ramos. Sala Mendoza