Metáforas EnREDadas
Entender hoy en día un
suceso como Exposiciones EnREDadas,
parte del hecho complejo de la cotidianidad del siglo XXI, casi imposible sin
el apoyo de las REDES que compartimos en el intrincado mundo del internet.
Contextualiza muchas realidades posibles, de manera simultánea o no, 24
ciudades poniendo de manifiesto a través del hecho artístico organizado en
salas de exposiciones y dejando en evidencia nuevamente que la sensibilidad
humana tiene códigos universales. Hoy Metáforas
EnREDadas, nos reúne en presencia física y virtual con artistas locales
(estudiantes y profesores del IPC) y artistas internacionales implicados de
alguna forma con la Educación Artística, en las respectivas ciudades que
habitan. Nuestro EnREDo, expresado en
el paso entre lo íntimo y lo colectivo o público, en el transitar de la cotidianidad.
A los que estamos en Caracas, nos une una ciudad compleja en su acontecer
diario, vertiginosa en sus riesgos, pero encantadora por su imponente guardián
natural, el gran cerro El Ávila, con un valle que nos hace sentir en una fresca
y ruda realidad; paradójica en su esencia, que invita a quererla y a odiarla a
la vez. Como lo dijo Rafael Cadenas en sus Reflexiones
sobre la Ciudad moderna (1983), “Pero
la ciudad está en nosotros. La condenamos y seguimos aquí. Porque somos hombres
de ciudad, lo que debía movernos a valorarla en toda su magnitud. O darle el
lugar que le corresponde entre las urgencias humanas”.
A partir de la cotidianidad se desarrollan propuestas de
intervención entre la realidad concreta a través del arte. Los actores: estudiantes,
profesores, artistas y la escena cotidiana comparten coordenadas con las cuales
establecen diálogos con el espacio público, enfrentando la (des)vinculación que
viven entre lo que les rodea y su conciencia del entorno, en lo que en el
lenguaje antropológico han llamado una especie de “autismo urbano”. Luego de
observar la realidad y vivir la experiencia del reflexionar “in situ” al
respecto, emprenden el trabajo de intervención artística.
En fin,
con respecto a la ciudad que nos inspira y para hacer honor al pensamiento
de Don Mario Briceño Iragorry, “Ni los
fuertes muros y empinadas torres hacen las ciudades; estas tienen su fuerza
máxima en el espíritu y en las raíces que les forjó el tiempo y en el recuerdo
de sus hechos y hombres singulares”.
María
Candelaria Ferreira, 2013
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